El cansancio engendra monstruos
como engendra ondas una piedra.
Tanta vehemencia, tanto bullicio,
y nada con que salvar el ahogo.
Habrá quien se cruce con ella y piense:
«¿Quién diría que está mal?»
Eleva los ojos, divisa la altura.
Eran ciento treinta los tejados.
Y ciento treinta los artefactos —con forma de ave—
que anunciaban las oscilaciones del viento.
como engendra ondas una piedra.
Tanta vehemencia, tanto bullicio,
y nada con que salvar el ahogo.
Habrá quien se cruce con ella y piense:
«¿Quién diría que está mal?»
Eleva los ojos, divisa la altura.
Eran ciento treinta los tejados.
Y ciento treinta los artefactos —con forma de ave—
que anunciaban las oscilaciones del viento.
¿Para qué un cielo tan lejano?

