Hoy creo en lo
que nunca creí
Supuse todo el
espesor de la cara de enfrente
Creí en árboles
con una sola rama
Atisbé a soñar
con el abismo del ángel
Cerré las puertas
y ventanas del convento
Un oscuro pasillo
sediento de mi, aún vacío
Desandando vidas
en las sienes de tanta gente parecida a mi
Y es la búsqueda
de los labios
Con las manos
distantes
La presencia no
existe
Todo en el bosque
negro de un mar inmenso
Hasta dónde se
extienden tus ojos?
Dónde se quiebran
las ojeras?
Presencia vacía
Ya no importa ni
el silencio
Y toda el alma
para mi sola
Y el abismo para
mi sola
Y los castaños
amantes de días domingo para mi sola
Qué cuerpo:
caparazón trepidante
Cuántas muertes
se han atravesado en el olvido…
Anda, que tengo
el puñal enterrado hasta el mango…
(septiembre 2010)

